1-2-7

No era un viernes como cualquier otro. Parecía más bien un domingo, y el hecho de que empezara a llover me hizo poner un poco contenta, ya que significaba una buena razón para justificar mi ausencia de planes. Entonces, se me vinieron millones de preguntas a la mente.

¿Me extrañás como dijiste que lo harías? ¿Pensás en mí? ¿Te acordás de mí? ¿Recordás algo de nosotros? ¿Revivís escenas nuestras en tu mente? ¿Las recordás como si hubieran sido ayer? ¿Rompiste la carta que te escribí? ¿Alguna vez la volviste a leer? ¿Alguna canción te hace acordar a mí? ¿En qué pensás cuando pasas por los lugares a donde solíamos ir? ¿Me dirías una mentira mirándome a los ojos? ¿Me dirías la verdad si yo te lo pido? ¿Me contarías la misma anécdota una y otra vez? ¿Me escribirías una canción? ¿Me llamarías distinto a los demás? ¿Me mirarías en vez de verme? ¿Me escucharías en vez de oírme? ¿Te quedarías si me tengo que quedar? ¿Me harías reír solo para darte un gusto? ¿Mentirías sólo para verme? ¿Soñarías sólo conmigo? ¿Te inventarías una escena nuestra? ¿Sabrías qué decirme? ¿Sabrías qué contarme, qué confiarme? ¿Sabrías si me pasa algo sin siquiera tener que preguntármelo? ¿Me darías tu abrigo si tengo frío? ¿Sonreirías si yo sonrío? ¿Me mirarías si yo te miro? ¿Me seguirías mirando aún cuando haya tirado la mirada hacia otro lado? ¿Me preguntarías sobre mi día? ¿Me contarías sobre el tuyo? ¿Me dirías lo que te pasa? ¿Me contarías tus miedos y un secreto que nunca le hayas contado a nadie?

Ah… ¡Cómo me gustaría saber todo eso!

RUN BABY RUN !

Nos despertamos, buscamos una razón para levantarnos, desayunamos, miramos la tele, nos sentamos en frente de una pantalla fría, y nos volvemos a dormir. Comemos, cantamos, tocamos la guitarra, dejamos volar nuestra imaginación. Bailamos con los brazos en alto al ritmo de canciones sin sentido. Hablamos con nuestros padres, pensamos que no nos entienden. Nos equivocamos, aprendemos, volvemos a cometer los mismos errores. Corremos, nos apuramos, sentimos el viento en nuestras caras. Necesitamos de ese viento para sentir que estamos vivos. Tenemos corazones rotos pero sabemos vivir con eso. La estás pasando bien, entonces yo también. Deseamos detener el tiempo, estos son los mejores días de nuestras vidas y no somos concientes de eso. No nos importa nada, no tenemos responsabilidades ni obligaciones. Nuestra única obligación es no importarnos nada. Todavía no empezamos a vivir. Esperamos, esperamos, esperamos… Vivimos esperando algo que no sabemos qué es, y cuando te das cuenta de que no tenés que esperar por nada, que la vida es ahora, no mañana, ni ayer. Entonces ya perdiste mitad de tu vida… esperando. Complicamos las cosas simples, y las ya complicadas, las complicamos todavía más. Malgastamos nuestras vidas, habiendo tantas cosas importantes y tan poco tiempo. El tiempo es corto y hasta donde sabemos, solo vivimos una vez, no vinimos para gastar tiempo. No sabemos a dónde pertenecer, buscamos nuestro hogar en personas, y resulta que son hogares temporarios, por ende nos convertimos en modernos nómades. Criticamos nuestro entorno, nos quejamos, ¿Hacemos algo para cambiar las cosas? Nos aburrimos, nos cansamos, nos hartamos. ¿Por qué simplemente no salimos y de una vez hacemos lo que tenemos ganas de hacer? No decimos lo que pensamos y lo que sentimos. Deberíamos decir todo lo que pensamos y sentimos. El mundo sería un mejor lugar entonces.






LEVANTATE DE ESA SILLA Y CORRÉ.
VOS SABÉS A DÓNDE
Y SI NO LO SABÉS, CUALQUIER LUGAR ES MEJOR...

Zelanda

Hay que ser curioso. Buscar siempre es mejor que encontrar. Porque si encontrás, se lo debés todo al azar, a la suerte o al supuesto destino, pero si buscás... el mérito es todo tuyo. Además, de vez en cuando hay que hacer algo que te asuste. Pero yo no te voy a decir como vivir, vos ya la tenés bastante clara. Mucho menos te voy a dar consejos, si ni me vas a escuchar... Aparte, yo no tengo todas las respuestas, nadie las tiene. Lo único que sé es que el cambio es el único constante, y que la muerte es la única cierta. De ahí en más me voy a sentar a esperar un futuro incierto, observando como la gente destruye todas las cosas bonitas que logra construir. A veces tengo miedo de convertirme en una esperadora... Supongo que me cansé de esperar el segundo primer día de mi vida. Entonces mejor guardo en el cajón con candado cuya llave vaya uno a saber dónde está, un amor perdido que disfruta espantarme junto a la constante lucha contra la obra del destino y tres canciones que ya no puedo escuchar.

Y aunque el tiempo siga avanzando y uno madure y deje todas las historias atrás, el gustito de sentir estaba bueno, ¿O me vas a decir que no?

El Vendedor De Sueños

- ¡Me salió bien la de poner mi mail en los chicles! – Dijo el vendedor de sueños.
- ¡Viste! Lástima que esas cosas las ponen en un chicle de un millón… Como los premios en las tapitas de gaseosa, o los “vale otro” de Frigor.

- Es que sí, lo puse en un solo chicle a propósito, en uno Cowboy.

- ¡Sí! Igual… Imaginate si me compraba un Bazooka, o un Bubaloo, quizás ni estaríamos hablando ahora.

- Es que en realidad el kioskero no te ofreció otro chicle.

- ¿O fui yo que no pedí otro? – Pregunté como si por un segundo hubiera empezado a creer en el destino.

- ¿Ves? Eso lo explica todo.

- ¿Eso lo explica todo?

- Claro que no. – El vendedor de sueños comenzaba a confundirme. – Pero podemos hacer como si en realidad no nos conociéramos y preguntarte qué haces en tu tiempo libre. ¿O puedo preguntarte en que ocupás tu tiempo los días jueves? ¿Y te molestaría si te pregunto de donde sos los días sábados?

- En realidad no soy de ningún lugar en concreto y mucho menos de concretar un lugar.

- ¿Existe día con lugar?

- No sé, vos me preguntaste de dónde soy los días sábados… Aunque creo que sí, al menos hace un tiempo yo solía tener días con lugar y hora.

- ¿Te puedo contar una intimidad? – Me interrumpió el vendedor.

- Sí, cómo no.

- Me gusta como tenés el pelo en combinación con pecas.

- Casi nadie se percata de mis pecas.

- Entonces, de parte del chico del mail del chicle, preguntale a los alguienes no percatadores que para qué tenés las pecas si no son para ser elogiadas.

- Lo que pasa es que los alguienes no saben que las cosas mas lindas de la vida son a veces las más pequeñas… - Dije con un tono un tanto nostálgico. El vendedor de sueños me sonrió.

- ¿Te cuento una intimidad más? Ví fotografías tuyas, algunas lindas, otras hermosas, ¿Puedo preguntar quien saca esas fotos?

- Yo saco esas fotos.

- Tengo otra intimidad que contarte, quizás un poco más pública y notable. Pero antes de eso, ¿Puedo preguntar algo más? – El vendedor casi se atropellaba con sus propias preguntas- ¿Cómo puede ser que con 16 años hermosos, no se percaten de tus dibujos pecosos?

- Supongo que algunos alguienes no supieron valorar lo que tuvieron… - Volvi a responder con un tono de nostalgia.

- ¿Mucho amor que dar?

- Pero nadie que lo reciba, solo gente que lo desperdicia. Ah, se escuchan ofertas.

- Y yo vendo ganas. ¿Entonces?

- ¿Entonces que?

- Que te colgás y que yo soy ansioso. Ésa era la otra intimidad. Muy ansioso.

- A mi me gusta la gente ansiosa, los ansiosos por hablar, por ver, por saber, por conocer. Me aburre esperar a que pasen las cosas, prefiero ir y hacer que pasen. No sé a vos…

- A mi me gustan tus pecas. ¿Te estoy aburriendo?

- No. Igual ya me acostumbré.

- Está mal acostumbrarse. – Refutó el vendedor de sueños.

- Ya sé que no está bien acostumbrarse. ¿Pero sabes por qué? No por miedo a la rutina, es más, en mi vida pocas cosas son costumbre. Está mal porque en cuanto veo algo que me gusta, me acostumbro, y como nada es costumbre, eso a lo que me acostumbré en algún momento ya no va a estar, y cuando ya no esté, se va a sentir una terrible ausencia. Lo único constante es el cambio.

- La voy a dejar ir, aunque no me pidió permiso. – Otra vez interrumpió el vendedor. – A pesar de ser ansioso, voy a estar tranquilo, porque sé que vamos a volver a hablar.

- Si vas a estar tranquilo me voy. No me gusta dejar a los ansiosos así como si nada.

- No me dejes. Ah, acabo de notar algo.

- ¿Qué cosa?

- Que tenés lindos ojos.

- Sos bueno. Tengo que admitir que sos muy bueno haciendo estas cosas. ¿Tengo que empezar a desconfiar?

- No. Además de tratar de ser bueno, soy confiable. En combinación, soy raro, pero lo intento. Y por ahora vengo bien.

- Sí, de hecho, me vas ganando.

- En realidad, está bueno ganar. Pero no cosas materiales, sino personas. Es mentira que no se trata de ganar. Se trata de ganar algo importante. Vos compraste un chicle, y te ganaste un sueño.

- ¿Y mi sueño?

- … - El vendedor de sueños se quedó callado, como si mi pregunta no necesitara respuesta, como si la respuesta estuviera enfrente mío. - ¿Tiene sentido? – Preguntó.

- No lo sé todavía. Si no continúo con esto nunca lo voy a saber, capaz que no tiene ningún sentido, capaz que sí…

- Capaz que sí. Me quedo con eso.

-

-

-

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

-

-